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lunes, 1 de junio de 2015

El mejor invento del mundo

Mejor debería decir: los mejores inventos del mundo. Mi relación con la cocina, como casi todos, data de mi niñez. Mi mamá (Yeyé) y mi abuelita Fela eran las mejores cocineras sobre esta tierra y tuve el privilegio de estar cerca de ellas para aprender. No era algo muy formal, no me daban indicaciones, recomendaciones o tareas, sólo observaba y muchas veces estaba sin estar, pero siempre algo se queda.
Nunca tomé clases de cocina y como me dediqué al periodismo y a estudiar, entraba a la cocina sólo de vez en cuando, en ocasiones especiales como la Navidad. Cuando mi mamá vivía, la Nochebuena era una de las fiestas más gozosas y esperadas a lo largo del año. En alguna ocasión contamos nueve platillos diferentes, un verdadero banquete. Claro que siempre quedaba para el recalentado y en algunos casos, como en el del pavo, era marzo y mi mamá todavía sacaba alguna bolsita de pechuga deshebrada del congelador, un poco de gravy y ¡listo!
Mi mamá era una maga en la cocina y lo aprendió de mi abuelita, entraban y aunque aparentemente no había nada para comer, ellas se las ingeniaban y salían con platillos que sabían a gloria. Mi abuelita un día hizo unas enchiladas blancas que bueno, nos relamíamos, y todavía me las saboreo ¿cómo las hizo? No sé. He tratado de recrearlas y no ha sido posible;  lo peor es que no había una receta, la inventó en el momento con lo que encontró en el refrigerador y en la despensa. 
¿Recuerdan aquella canción de Leonardo Favio? ¿"Hoy no quiero cantar"? Es una canción que dedica a todos sus seres queridos que se han muerto... En algún momento dice... Abuelita milagro que hace pan de la nada. Pues así eran mi mamá y mi abue.
Puedo decir que heredé su sazón y su gusto por la cocina pero milagros todavía no hago, jeje. Quizá algún día, pero eso sí, casi todo lo que cocino (al mejor cocinero se le va un tomate entero) me queda muy rico. 
Hace años, en alguna Navidad, mi mamá me encargó los frijoles, una receta de la familia que sólo la preparábamos para la Nochebuena, pues bien, a partir de esa primera vez que los hice, me tocaron todas las navidades porque me salieron muy buenos.
Durante mucho tiempo de mi vida no cociné como tantas mujeres que hacen maravillas todos los días porque el trabajo me absorbía, ni siquiera cuando me casé. Fue más o menos hasta que nació mi hijo, hace 12 años y meses, que decidí hacer de comer todos los días, lo que es normal pues. Y me aventé con miedo y todo a rescatar las recetas de La Cocina de Yeyé (seguramente alguien la recordará y ya platicaremos de ella).
Un buen día mi esposo Pedro me dijo que yo cocinaba muy rico y muy bien, pero que se me sentía el miedo, que lo dejara a un lado y fuera más audaz. Bueno, pues le hice caso totalmente y ahora hago algunas cosas que a veces ni yo misma me las creo.
Este espacio es para compartir lo que ahora experimento y he llamado "frenesí culinario", quiero hacer todo y de todo y me da mucho gusto ver el resultado final más la satisfacción de la felicitación que sí llega pronta y expedita, a diferencia de la justicia. 
Me maravilla cocinar y he pensado por ejemplo, que los que inventaron las diferentes técnicas culinarias eran verdaderos genios. Supongo que en mucho era resultado de prueba y error, de accidentes y chiripadas, pero como a lo largo de la historia de la Humanidad se han ido perfeccionando y surgiendo otras, me maravilla hasta lo indecible. Por ejemplo, los diferentes "puntos" que alcanzan las claras al batirlas; los "puntos" del caramelo; la combinación perfecta de harina, agua, levadura y sal y todas las variaciones posibles en cantidades, tiempos de espera e ingredientes; y antes, la siembra de trigo, el descubrimiento de que con él se podía obtener harina y bueno, todo lo demás. Las diferentes formas de picar una misma fruta o una cebolla; o todas las técnicas para preparar huevos; la exactitud matemática de la repostería y la creatividad gozosa de las ensaladas y los aderezos, entre otros, muchos otros, como el nixtamal, una técnica prehispánica para darle al maíz por lo menos dos usos: para el pozole y para obtener masa. ¡Y todo lo que se puede hacer con la masa! Este técnica, por cierto, es uno de los argumentos que llevó a la UNESCO a declarar a la cocina mexicana Patrimonio Cultural de la Humanidad, la primera gastronomía en el mundo en lograr tal reconocimiento.
Por eso hablo de los mejores inventos del mundo, porque además, la acción de cocinar es una de las más creativas, gozosas y amorosas que nos hemos dado los seres humanos, es una de las mejores formas de dar y compartir.
Bienvenidos a este espacio, están habilitados los comentarios para la retroalimentación. Debo decir antes de terminar este escrito inicial que no soy chef, he aprendido viendo y ahora con la práctica sigo aprendiendo; mis recetas son las de mi mamá y de mi abuelita Fela, de muchos libros y también de algunos canales de YouTube y de varias páginas de internet. Siempre trato de darles un toque personal.
Y por último ¿por qué Laurel? Bueno, así me decía mi hermana Lupita cuando yo estaba chiquita y me gustaba mucho que me dijera así. 
¡A cocinar! ¡Y sin miedo!

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